tren al Sur
-¿Y qué vas a hacer con tanto tiempo para vos, mheL?-
Pienso que es absurdo comprobar por millonésima vez que Wilde, siempre Wilde tenía razón. Porque el paradigma de las dos tragedias prevalece, como la sucesión milenaria del día y la noche en un ritual sin excepciones.
Es una tragedia no conseguir lo que se quiere y es una tragedia conseguirlo.
Todo el año peleándome con él, para que me de un respiro, un rato de no horarios ni demandas y ningún grito de batalla. Y él en su esquina del cuadrilátero, siempre en guardia. Yo en la mía: respondiendo y avanzando o al revés.
Pero no sé de qué me quejo. Si aprendió a ser así de intempestivo, tuvo escuela y ESO es la dinámica de nuestra vida de arietes, cabeza al frente y deseos frugales de estampida, cornada y territorio.
Desear un descanso es llenar de aire los pulmones y estar en pie, con garantías de bufido. Estar sin él es encontrarme en un espejo por un rato, un instante y un siglo y saber que detrás de los párpados la lucha tiene un sentido, porque una vez fue él quien me dio un nombre para vestirme y encontrarle al SER, algún color.
Cuando lo lleve a la estación ninguna recomendación será suficiente, pero es probable que me quede muda y le calce la mochila y su gorro azul (el mismo que detesto y le oculto sin éxito cada mañana )
Y por primera vez no seré yo quien le arrope un cariño, porque hoy son sus brazos el hueco en que quepo y me extingo.
Tren al sur.
Beso en la frente.
Cuando el tiempo menguante devuelva a los ojos el futuro, yo debería saber que el único escape factible a la tragedia es el camino en el riel con las alas abiertas.
-¿Qué voy a hacer cuando no esté ?-
Seré feliz de regalarle el cielo y después seguiré como él: creciendo.
mheL
Pienso que es absurdo comprobar por millonésima vez que Wilde, siempre Wilde tenía razón. Porque el paradigma de las dos tragedias prevalece, como la sucesión milenaria del día y la noche en un ritual sin excepciones.
Es una tragedia no conseguir lo que se quiere y es una tragedia conseguirlo.
Todo el año peleándome con él, para que me de un respiro, un rato de no horarios ni demandas y ningún grito de batalla. Y él en su esquina del cuadrilátero, siempre en guardia. Yo en la mía: respondiendo y avanzando o al revés.
Pero no sé de qué me quejo. Si aprendió a ser así de intempestivo, tuvo escuela y ESO es la dinámica de nuestra vida de arietes, cabeza al frente y deseos frugales de estampida, cornada y territorio.
Desear un descanso es llenar de aire los pulmones y estar en pie, con garantías de bufido. Estar sin él es encontrarme en un espejo por un rato, un instante y un siglo y saber que detrás de los párpados la lucha tiene un sentido, porque una vez fue él quien me dio un nombre para vestirme y encontrarle al SER, algún color.
Cuando lo lleve a la estación ninguna recomendación será suficiente, pero es probable que me quede muda y le calce la mochila y su gorro azul (el mismo que detesto y le oculto sin éxito cada mañana )
Y por primera vez no seré yo quien le arrope un cariño, porque hoy son sus brazos el hueco en que quepo y me extingo.
Tren al sur.
Beso en la frente.
Cuando el tiempo menguante devuelva a los ojos el futuro, yo debería saber que el único escape factible a la tragedia es el camino en el riel con las alas abiertas.
-¿Qué voy a hacer cuando no esté ?-
Seré feliz de regalarle el cielo y después seguiré como él: creciendo.
mheL
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