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un viaje a la nada

K...

K... Hacía calor aquel día. Mucho. Muchísimo. Y mis veinte kilos de equipaje no pudieron convencerme de que no era necesario estar subida a una escalerilla enclenque, limpiando el techo con lavandina para que todo estuviese perfecto.

Nada es perfecto, K… nunca, nadie. Ni siquiera la tormenta que horas más tarde te recibió a esta vida.

Tu papá me convenció de que era el tiempo y nos fuimos, aunque yo no quería… Me hubiese gustado tanto que nacieras en el campo… en un prado… o en el bosque… o en un río.

“No seas complicada, querés…? Pensá en el bebé”
“Pienso… por eso. Esa cama con estribos se parece tanto a un potro de tortura…!”
“No delires, mujer..!”

Y el sanatorio fue tan frío… Odio los azulejos, el metal blanco de las mesas de instrumental, la ingravidez de las camillas y esa gente que va y viene entre neblinas.
Ya te dije, flaquito. Nada es perfecto.

Tu viejo quiso estar ahí y darte su bienvenida. Recuerdo que le apreté de tal modo las manos que le quedaron señas… pero no fue suficiente para devolvértelo entero.
Sabés que…? Nunca lo imaginé con nosotros ese día. Hasta unos meses antes, parecía que íbamos a estar solos vos y yo y… ahora, que te gusta provocarme diciéndote comunista (aunque sé que mientas para joderme)… te cuento que mi amigo, aquel de las fotos barbudas, el “camarada” Darío, estaba convencido de querer acompañarnos en la odisea… Las causalidades… ves? Fue hace tanto y tan poco y la vida gira tantas veces en un mismo instante…!

K… Quise hacer las cosas mejor, pero nunca entendí el “mejor” que cuadra en el diccionario de esta sociedad tan … ajena. Y fuiste difícil siempre, nenito.

Desataste los vientos de marzo en una noche agotadora. Se rompió mi talismán de plata en la sala de partos… como si ya no nos fuera a hacer más falta y después, cuando te acomodaron rojo, azul, sucio, hinchado, quejoso y enorme sobre mi pecho exhausto… estuve absolutamente convencida de que, a pesar de mi egoísmo de madre satisfecha… tenías que estar acá.

Eras los ojos abiertos sin color y cara de reclamo empedernido… un pedazo de otoño enredado en sangre y… sabés qué fue lo que viste, ya inquisidor… entonces?. A tu “verduga” personal (como dijiste ayer)… pero mucho más congestionada que éstos últimos días… apestosa, de defensas corroídas y con un obligado y estéril barbijo! Aunque te juro, que por debajo… sonreía.
Siempre dando la nota yo… ya lo sé. Perdón.

Peleamos mucho desde el principio. Entiendo que estés cansado. Yo también lo estoy pero… siempre es más fácil cuando en vez de pelear en mi contra, peleamos juntos… no?
Hoy me dolió más que antes lastimarte y lastimarme. Quizás porque nos parecemos demasiado y ver, desde un espejo otro espejo, es reflejar al infinito cada átomo… aún los “defectuosos”

Mirá, K… en todo momento, desde el primer deseo, hasta ahora… y cuando elegí tu nombre yo pensé en la libertad.
Toda la familia tuvo algo que decir en mi contra y seguramente, adivinando la avalancha, nadie supo hasta el 24 de marzo al amanecer, cómo te ibas a llamar. Fue mi secreto, igual que el tayüel que te canté millones de veces en silencio, igual que el brillo de melipal en tu pielcita tibia, igual que los pactos de lunas llenas y leyenda, igual que tantas noches de vigilia y todo eso que guardamos sin saber.

“¿Por qué un nombre tan raro… y de indio, mhel?”
“Porque tiene espíritu. Porque éste día es su marca. Y lo quiero libre y silvestre como un sueño, de dignidad…”

Qué trabajo nos da la libertad…!
Vos te rabiás conmigo cuando la nombro en voz alta, me desafiás con el filo de las palabras mas esclavas… y te perdono, pero… no me digas otra vez que no es posible, que no hay motivos, que ya es inútil, que no existe… porque entonces, ni tus abrazos de ortiga alcanzarían para emparcharme.

Te lo digo de nuevo, negrito… así, como te lo escribí hace catorce sudestadas y alguna vez refunfuñaste acusando la cursilería…
No importa. Si no es hoy, mañana. Cuando te descubras, lo vas a entender


Kxiel…

dame tu mano chiquita
Y caminemos a un lugar
donde nadie pueda lastimarte,
ni siquiera yo

menos que nadie yo

un lugar
donde el viento cante
tus canciones
y la lluvia bese
tu pelo de avellano
un lugar
donde la luna
acaricie tu cansancio
y las flores entibien
tus pies llenos de trigo

dame tu mano redonda
Y busquemos ese sueño
donde nada pueda despertarte
ni siquiera yo

menos que nadie yo

un sueño
donde el sol ilumine
tus juegos
y las semillas crezcan
en tus ojos de tierra
un sueño
donde la nieve ría
copitos de maza pan
y las nubes endulcen
tus labios de colmena

dame tu mano caliente
y naveguemos un tiempo
donde nadie pueda detenerte
ni siquiera yo

menos que nadie yo

m

tu pinche tirana madre
desde un costado del soL

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