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un viaje a la nada

sobreCarga y balance

sobreCarga y balance Los días se acaban con la ingravidez de los suspiros. Y a veces, los inicios se convierten en finales sin que nos demos cuenta.
Marian preparaba sus detalles para el viaje. La familia a la espera y pies e ideas revoloteando inquietos descontando los minutos como en lentas agonías.

Él dijo, sentado en el sofá… entre nostálgico y siempre reflexivo. “Llegó el momento”. Pero… por más que intenté explicar lo que me pasa con las despedidas, no supe.

Tal vez se trate de contar el tiempo en otra escala, o de inventar un amor sin presencias, o de meterse tan hondo en la piel de quien se quiere, para sentir felicidad sin egoísmos.
No importa. La insensible nunca sabe lo que dice.

“Estoy triste porque no quiero que estén tristes”. Por supuesto. Lo dijo más veces a escondidas, fumando en el balcón y de puertas afuera en el hall del aeropuerto.
Y no sé si vale… ninguno de mis abrazos, o los masajes en el cuello en el coche a pleno atardecer. No sé si sirve la complicidad de última hora o el estrujarle los rulos con fuerza desnuda.

El que se va carga equipaje. El que se queda recoge las penas.
Pero tampoco es eso y hasta que se me sequen las palabras, voy a intentar creer que en éste mundo y en ésta vida que nos toca… darle un sentido es el verdadero y enorme desafío.

A veces, el universo se alza dentro de uno y eso sobra. Otras muchas, hace falta buscarlo o construirlo y nunca es constancia ni certeza descubrir el punto, la llave, el horizonte… que conjugue en nosotros la razón.

Quizás sí hay un despertar , en éste tiempo de compartir las rutinas. Me quedan los pensamientos de K, después de la rabia-temor-incertidumbre del encuentro…

“Me gustó que viniera … porque pudo juntar a toda la familia, pero cada uno tiene que vivir como elija… Tal vez yo también un día me quiera ir a alguna parte…”

Y me acuerdo ahora, en éste instante de unos versos de Gibran que dicen… “tus hijos no son tus hijos… son hijos e hijas de la vida…”
Y qué gozo… y qué orgullo… saber que la vida, se abra paso a través de las distancias, con las alas voraces de la más bella y dulce: LIBERTAD.


Sin balances de mi parte. Consejo de hermana vieja…
“No le hagas caso a nadie, nena y sé lo que quieras ser…”
Ya no cargues de llanto las maletas. El corazón te cabe en una mano.
Sin tristezas.
Sin culpas.
Sólo un titilo de esencia violeta y permiso rotundo de estrenar … felicidad.

mheL

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