Llegar y partir...
-¿Te vas en tren?.... Pero en micro te ahorrás casi tres horas-
Y si que viajar en tren me resulta placentero, no es una novedad. Porque prefiero contar historias y personas y no garitas de peaje. Pero mientras la máquina desdoblaba los minutos entretejiendo niebla al paisaje, yo intentaba descubrír algún otro por qué. Y me acordé del abuelo. Ese que había sido maquinista en Asturias y que se encontró algún otoño cruzando el mar. Un mar que luego de idas y venidas, territorios y colonias, volvió a depositarlo en un destino distinto, ya no más ferroviario pero sobre el núcleo medular de la estación.
Constitución era el paseo obligado y dominguero de su mano. Y no sé qué decían sus palabras, pero siempre me viene a la memoria la mirada. El cariño impreciso de unos ojos acariciando rieles y vagones, engranajes y señales ahí desde esos puentes oxidados donde solíamos quedarnos a ver y esperar, que alguna formación inundara de ruido la quietud mágica de aquellas tardes de infancia.
Más allá del romanticismo y detrás de la corteza, es contradictorio el encanto, ya lo sé Porque el mismo tren que destruyó el modo de vida de los antiguos pobladores de esta tierra, es el que abrió futuros para otros, a costa de sangre y exterminio. Y es el mismo tren que cimentó repúblicas-granero y que alimentó a millones de hambreados en guerra de otros mundos y es el mismo tren que cambió de manos tantas veces, como la puta más puta del burdel.
El tren . Es ese tren que se quebró en collar de perlas raído, de la codicia más cruenta de los gobiernos-empresa. Paradojas péndulo de lujo que al volver hoy la tierra del inicio volvió a quedarse sola, en puñados de poblados fantasmales, empobrecidos, secos, agusanados, desiertos . Pero lejos y ausente de sus primigenios indianos.
Y por qué, a sabiendas de la Historia . Que me duele a mansalva, ésta insistencia del tren o no tren¿?.... Y la remota fantasía de una casa estación o un vagón en la intemperie
Es probable que los recuerdos almacenen querencias sin siquiera preguntarnos. Y de ahí en más, uno se vaya construyendo su propio sistema de rieles, estaciones, boleterías o vías muertas. Porque parece, en éste sueño que la vida es eso sencillamente. Un improvisado viaje en tren donde guarda, maquinista, señalero son nadie y uno mismo a la deriva de un único exclusivo e irrepetible riel
mheL
escrito en viaje de una bitácora insomne
Y si que viajar en tren me resulta placentero, no es una novedad. Porque prefiero contar historias y personas y no garitas de peaje. Pero mientras la máquina desdoblaba los minutos entretejiendo niebla al paisaje, yo intentaba descubrír algún otro por qué. Y me acordé del abuelo. Ese que había sido maquinista en Asturias y que se encontró algún otoño cruzando el mar. Un mar que luego de idas y venidas, territorios y colonias, volvió a depositarlo en un destino distinto, ya no más ferroviario pero sobre el núcleo medular de la estación.
Constitución era el paseo obligado y dominguero de su mano. Y no sé qué decían sus palabras, pero siempre me viene a la memoria la mirada. El cariño impreciso de unos ojos acariciando rieles y vagones, engranajes y señales ahí desde esos puentes oxidados donde solíamos quedarnos a ver y esperar, que alguna formación inundara de ruido la quietud mágica de aquellas tardes de infancia.
Más allá del romanticismo y detrás de la corteza, es contradictorio el encanto, ya lo sé Porque el mismo tren que destruyó el modo de vida de los antiguos pobladores de esta tierra, es el que abrió futuros para otros, a costa de sangre y exterminio. Y es el mismo tren que cimentó repúblicas-granero y que alimentó a millones de hambreados en guerra de otros mundos y es el mismo tren que cambió de manos tantas veces, como la puta más puta del burdel.
El tren . Es ese tren que se quebró en collar de perlas raído, de la codicia más cruenta de los gobiernos-empresa. Paradojas péndulo de lujo que al volver hoy la tierra del inicio volvió a quedarse sola, en puñados de poblados fantasmales, empobrecidos, secos, agusanados, desiertos . Pero lejos y ausente de sus primigenios indianos.
Y por qué, a sabiendas de la Historia . Que me duele a mansalva, ésta insistencia del tren o no tren¿?.... Y la remota fantasía de una casa estación o un vagón en la intemperie
Es probable que los recuerdos almacenen querencias sin siquiera preguntarnos. Y de ahí en más, uno se vaya construyendo su propio sistema de rieles, estaciones, boleterías o vías muertas. Porque parece, en éste sueño que la vida es eso sencillamente. Un improvisado viaje en tren donde guarda, maquinista, señalero son nadie y uno mismo a la deriva de un único exclusivo e irrepetible riel
mheL
escrito en viaje de una bitácora insomne
1 comentario
mhieL -
pero... no puedo aguantarme de escribir y si no hay papel, escribo en mi cabeza a riesgo de estallido.
la bitácora se llenó de letras y si se puede, aquí las voy a ir abandonando de a poco otra vez.