caracoles de obelisco
Unas horas de caminar buenos aires, lucen como espejo de un presente que se dilata en soles y se contrae de frialdad. Porque
no me atrae el cemento, ni la luz de exposición rajante, ni el humo en los pulmones secos, ni el bullicio del tránsito, ni el tumulto, ni las avenidas anchas, ni el cielo encapotado de edificios, ni el abrigo ingrato del reloj.
Sin embargo, me iba riendo sola entre la gente. Sobre adoquines de cuarenta grados, me acordé de tu confesión de la otra noche. Por un único motivo iría a argentina y pensé, por ejemplo .
¿A cuántos sitios yo no iría jamás de no ser por los afectos? ¿Y cuántos recorridos dejaría de hacer ? ¿Volvería aquí si pudiera no volver ?
Es extraño cómo algunos nos aferramos al mundo. Por herencia, por azar, por descarte, por inercia, por elección . Y me cuestiono tantas veces cómo habría sido virar esta huella cuando pude y no quise. Y me imagino tantas otras, cómo sería simplemente caminar
Antes, cuando soñaba, me agradaba la ilusión de un lugar en el mundo, que tal vez hasta llegué a acariciar con éstas manos, con las que deseaba construirlo.
Ahora, no estoy tan segura de que exista en concreto ningún espacio. Y si fuera feliz, me parecería tanto a un suave lánguido y acuoso caracol ¡! Sin necesidad de más nada que una sombra fresca y nervaduras crujientes ¿a quién le importa, desde la casa a cuestas, el plano de una calle, las veredas rotas o el índice de densidad y población?
Babilon rebosa de extranjeros. Se nutren de idiomas los oídos y si acaso despierta el gris una mirada, es seguro que sonríen, siempre sonríen.
¿Será porque disfrutan del infierno o que les divierten los caracoles de paso cansino y sobriedad porteña de obelisco?
¿Tendrá cada quien su tibio secreto para haber cruzado el mar ?
Qué poco te quiero, buenos aires Con qué placer te extirparía de mis mapas de injusticia y masacre adormilada . Con qué saña te cortaría el hambre y la pena y la rabia del desahucio . Con qué sabor te extinguiría dimensiones ¡¡¡¡¡¡¡!!!!!!
Pero ni siquiera soy un caracol.
Y a veces, en tardes como ésta, por fortuna el barrio se queda lejos. Y por despecho, uno anhela ensuciarse de ruido un rato, para volver a las plazas frondosas, llenas de loros y grillos y sentir, a pesar de las murallas raídas del concreto que no todo huele y duele tan, pero tan mal.
mhieL rojA
Sin embargo, me iba riendo sola entre la gente. Sobre adoquines de cuarenta grados, me acordé de tu confesión de la otra noche. Por un único motivo iría a argentina y pensé, por ejemplo .
¿A cuántos sitios yo no iría jamás de no ser por los afectos? ¿Y cuántos recorridos dejaría de hacer ? ¿Volvería aquí si pudiera no volver ?
Es extraño cómo algunos nos aferramos al mundo. Por herencia, por azar, por descarte, por inercia, por elección . Y me cuestiono tantas veces cómo habría sido virar esta huella cuando pude y no quise. Y me imagino tantas otras, cómo sería simplemente caminar
Antes, cuando soñaba, me agradaba la ilusión de un lugar en el mundo, que tal vez hasta llegué a acariciar con éstas manos, con las que deseaba construirlo.
Ahora, no estoy tan segura de que exista en concreto ningún espacio. Y si fuera feliz, me parecería tanto a un suave lánguido y acuoso caracol ¡! Sin necesidad de más nada que una sombra fresca y nervaduras crujientes ¿a quién le importa, desde la casa a cuestas, el plano de una calle, las veredas rotas o el índice de densidad y población?
Babilon rebosa de extranjeros. Se nutren de idiomas los oídos y si acaso despierta el gris una mirada, es seguro que sonríen, siempre sonríen.
¿Será porque disfrutan del infierno o que les divierten los caracoles de paso cansino y sobriedad porteña de obelisco?
¿Tendrá cada quien su tibio secreto para haber cruzado el mar ?
Qué poco te quiero, buenos aires Con qué placer te extirparía de mis mapas de injusticia y masacre adormilada . Con qué saña te cortaría el hambre y la pena y la rabia del desahucio . Con qué sabor te extinguiría dimensiones ¡¡¡¡¡¡¡!!!!!!
Pero ni siquiera soy un caracol.
Y a veces, en tardes como ésta, por fortuna el barrio se queda lejos. Y por despecho, uno anhela ensuciarse de ruido un rato, para volver a las plazas frondosas, llenas de loros y grillos y sentir, a pesar de las murallas raídas del concreto que no todo huele y duele tan, pero tan mal.
mhieL rojA
2 comentarios
mhieL -
por ahora estoy en etapa de abandonos
dónde empieza todo...¿? sino en el corazón...
panoptico -
pero a lo q voy: yo creo q sí volverías si puedieras no volver.
es inevitable querer volver al sitio donde empezó todo, donde empezamos todo...
bueno. solo eso x ahora
he dicho.