normalidades al borde del ser
Él quería huir. Sencillamente cerrar la puerta y escapar, como una sombra escurriéndose del alba para no ser visto. Empacó lo poco que tiene y valora: sus libros, sus dibujos, sus herramientas de artista, su cerámica y su música. Algo de ropa, la bici y esa perra que no sabe de otra cosa que amarlo a sol y a noche, con cara de buena y dientes de grava.
Y la tarde nos sorprendió inundada de penas y bulliciosa de incertidumbres.
Los tres en el suelo, la gata vieja encerrada entre almohadas y la mandíbula babosa y canina, apoyada sobre el más cercano barandal
Me toca ser la asesina. Porque no hay lugar, porque no dio ningún aviso, porque ya no me quedan fuerzas, porque no sé qué hacer . Y él asegura que no vino a quedarse, que le da igual lo que ocurra con sus bártulos. Que lo ayude a armar equipaje y salir de viaje, pero ya¡!
k entiende y no entiende. Nada es nuevo en esas pupilas que observan y no hay testigo más fiel de la locura consecuente que empaña o que orea nuestra propia realidad. Escucha. No pregunta. Y está.
-No puedo intentar vivir una vida normal porque no soy normal, no me sale. No me hace feliz. Quiero irme sólo, sin rumbo, con lo puesto y con ella-
Ella sabe que es cierto y mueve la cola de látigo, complacida.
Y me toca ser la asesina: siempre. Porque él no se imagina cómo deseo lo que desea o sí.
-No es tan raro. Es lo que vos siempre quisiste y no hiciste. Yo lo voy a hacer, para no morirme-
La verdad no ofende, es mordaz simplemente. Me llené la boca de púas y escupí sin detenerme y con el dolor del desgarro en mi propia carne.
-No te vas a escapar. Primero vas a pensar qué querés. Primero te vas a hacer responsable de tus actos. Primero vas a llamar a todos los que te esperan mañana y les vas a decir que no volvés a trabajar. Primero vas a tranquilizar a los viejos. Primero vas a comer y a dormir y primero vas a enfrentar a tu compañera y le vas a decir a los ojos por qué estás acá hoy y no allá con ella-
No sé si lo maté.
No sé si las púas llegaron a desangrarle los sueños o a morderle las rabias. No sé si vino a mí para que lo dejara libre o para que lo engrillara. Y no sé si me va a perdonar otra angustia de esas, que hieden a desahucio de verano marchito.
No lo ví llorar esta vez, y él a mí tampoco. Aunque cada intento es más profunda la agonía y siempre diga gracias y yo responda perdón Porque ya no puedo oficiar de verdugo y matarlo es matarme de nuevo, mil sueños
Es aguar el leño que encendió la hoguera
Es truncar el brillo de la rebelión
Matarlo es ceder, terreno a una vida que juzga y condena y que entre calumnias extingue poco a poco y tranco a tranco, el color.
Cuando lo normal es lógico, la locura... abre fronteras que dan lumbre al corazón
rojA hieL
Y la tarde nos sorprendió inundada de penas y bulliciosa de incertidumbres.
Los tres en el suelo, la gata vieja encerrada entre almohadas y la mandíbula babosa y canina, apoyada sobre el más cercano barandal
Me toca ser la asesina. Porque no hay lugar, porque no dio ningún aviso, porque ya no me quedan fuerzas, porque no sé qué hacer . Y él asegura que no vino a quedarse, que le da igual lo que ocurra con sus bártulos. Que lo ayude a armar equipaje y salir de viaje, pero ya¡!
k entiende y no entiende. Nada es nuevo en esas pupilas que observan y no hay testigo más fiel de la locura consecuente que empaña o que orea nuestra propia realidad. Escucha. No pregunta. Y está.
-No puedo intentar vivir una vida normal porque no soy normal, no me sale. No me hace feliz. Quiero irme sólo, sin rumbo, con lo puesto y con ella-
Ella sabe que es cierto y mueve la cola de látigo, complacida.
Y me toca ser la asesina: siempre. Porque él no se imagina cómo deseo lo que desea o sí.
-No es tan raro. Es lo que vos siempre quisiste y no hiciste. Yo lo voy a hacer, para no morirme-
La verdad no ofende, es mordaz simplemente. Me llené la boca de púas y escupí sin detenerme y con el dolor del desgarro en mi propia carne.
-No te vas a escapar. Primero vas a pensar qué querés. Primero te vas a hacer responsable de tus actos. Primero vas a llamar a todos los que te esperan mañana y les vas a decir que no volvés a trabajar. Primero vas a tranquilizar a los viejos. Primero vas a comer y a dormir y primero vas a enfrentar a tu compañera y le vas a decir a los ojos por qué estás acá hoy y no allá con ella-
No sé si lo maté.
No sé si las púas llegaron a desangrarle los sueños o a morderle las rabias. No sé si vino a mí para que lo dejara libre o para que lo engrillara. Y no sé si me va a perdonar otra angustia de esas, que hieden a desahucio de verano marchito.
No lo ví llorar esta vez, y él a mí tampoco. Aunque cada intento es más profunda la agonía y siempre diga gracias y yo responda perdón Porque ya no puedo oficiar de verdugo y matarlo es matarme de nuevo, mil sueños
Es aguar el leño que encendió la hoguera
Es truncar el brillo de la rebelión
Matarlo es ceder, terreno a una vida que juzga y condena y que entre calumnias extingue poco a poco y tranco a tranco, el color.
Cuando lo normal es lógico, la locura... abre fronteras que dan lumbre al corazón
rojA hieL
3 comentarios
mhieL -
y pronto.
al mutantE, si lo convencés, te lo llevo...
y está bien que llores un poco, canejo!!!
panoptico -
me hacen llorar cabrones!!
mhieL -
Algún día haremos ese viaje, MutanTe
y no precisamente ese otro... hacia el sol